Pueblos blancos, de calles empedradas, rodeados de verdor y peñas, paisaje andaluz, iglesias y ermitas, murallas y fortificaciones, y agua, la reminiscencia árabe de la zona nos viene de la mano del cariño y respeto que se le da al líquido elemento.
Tranquilidad en sus calles, gente tranquila, en el norte de Aracena hay dehesas con alcornoques y encinas, en las que los cerdos pastan en libertad.
Aracena y sus pueblos no son lugar de paso, son lugares a los que hay que ir, no hay carreteras que pasen por aquí de camino a ningún sitio, ese aislamiento ha guardado del paso del tiempo a todos, habitantes y paisaje.
Si vas con niños, cuéntales historias de Templarios y castillos, de cabalgadas y batallas, de bosques mágicos, el contacto con la naturaleza y las cuestas de estos pueblos les hará desbordar la imaginación.
Camino a Jabugo, castaños bordean la carretera que sube al pueblo. El olor a jamón, el mejor de España, los restaurantes, las charcuterías, los visitantes. Paletillas, chorizos, solomillos, embuchados, morcilla, sus carnes…el culto a un animal por parte de todo un pueblo, en su estado más puro. No dejes escapar la ocasión de visitar un secadero de jamones, deberías conocer de primera mano el mimo que se les dedica.
La Sierra de Huelva es el lugar ideal para una escapada de pocos días. Destinos para disfrutar de la naturaleza, para caminar mucho, para disfrutar de la cultura y regocijarse con su gastronomía.
Fue en su día territorio fronterizo, amenazada por los lusos por el norte y por los musulmanes por el sur. Las fortalezas y atalayas te pueden servir de guías para marcarte una ruta monumental.